La zona de confort es un estado físico y/o psicológico donde nos encontramos seguros, protegidos, cómodos con nuestra vida actual, con nuestras aspiraciones cubiertas y donde, aparentemente, no estamos sometidos a presiones y nos desenvolvemos bien. Son comportamientos o actitudes que hemos incorporado a nuestra vida y que realizamos por pura inercia y no nos requieren mayor esfuerzo. Es lo que llamamos: “terreno conocido”.

Aquello que está dentro de nuestra zona de confort no nos produce una reacción emocional especial; en cambio, lo que está fuera de dicha zona nos incomoda, nos produce un cierto rechazo, ansiedad o nerviosismo. Un empleo que no es el que soñamos pero es al que nos hemos acostumbrado; una relación que, pese a distar mucho de ser la soñada, nos aporta estabilidad o simplemente es conveniente; unas amistades de las que no acabamos de fiarnos pero tampoco son como para prescindir de ellos… Incluso la misma ruta diaria de camino al trabajo que aunque siempre esté embotellada la conocemos bien, el restaurante al que acudimos habitualmente… Todo ello pertenece a nuestra Zona de Confort. Esto que consideramos “territorio conocido” precisamente existe porque es donde nos sentimos a gusto, estamos adaptados a él y por eso seguimos manteniéndolo. Pero la realidad es bien distinta: La zona de Confort es un conjunto de límites que realmente nos impiden avanzar y que, una vez decidimos superarlos, contribuyen a ampliar nuestra perspectiva logrando con ello alcanzar nuevos horizontes.

Estar a gusto con todo es cómodo, pero no necesariamente es bueno. El hecho de sentirnos bien en nuestra Zona de Confort nos impide enfrentarnos a los problemas pues plantarles cara nos supondrá, de alguna forma, salir de ella y enfrentarnos a lo desconocido: ¿qué pasaría si digo o contesto esto?, ¿qué es lo que realmente me apetecería decir? ¿Qué será de mi vida si por fin me decido llevar a cabo este cambio en ella?

A diferencia de lo que podamos creer, la mayor ventaja con la que contamos es que, en realidad, nunca salimos de nuestra Zona de Confort ni nunca podemos librarnos de ella: lo que hacemos es expandirla. Quizás nos parezca que en algún aspecto de nuestra vida hacemos algo que nos esté obligando a abandonarla por un instante, que estamos transgrediendo alguno de esos límites (consciente o inconscientemente) auto-impuestos. Lo que realmente terminará sucediendo es que nuestra Zona de Confort se ampliará, para comprender esos límites. Es como si fuese una membrana de la que por instantes nos salimos, pero que inmediatamente crece y nos vuelve a cubrir protegiéndonos. Disminuye o aumenta su capacidad o dimensión dependiendo de las cosas que hagamos o dejemos de hacer, por eso ni durante toda nuestra vida la Zona de Confort es la misma ni lo es para cada persona

El miedo es el principal factor que nos afecta a la hora de querer expandir o salir de nuestra Zona de confort: el miedo a lo desconocido. Es nuestra mente quien percibe como cómodos, o parte de nuestra comodidad, los distintos elementos que nos rodean. Una vez comprendamos que todo lo que percibimos no es más que una interpretación que nuestro cerebro hace del universo, podremos ver de manera diferente las cosas y nos daremos cuenta de que ese miedo que tenemos de emprender y tomar acción en nuestras vidas no es más que producto de nuestra imaginación.

Todo aquello que nos limita física y emocionalmente lo hace porque nosotros hemos decidido, inconscientemente, que así sea. Nosotros definimos nuestros límites y sólo nosotros construimos las barreras que nos impiden progresar y que nos alejan de esos peligros, generalmente imaginarios. Precisamente por ser esas barreras básicamente mentales, el hecho de expandirlas, saltarlas, derribarlas, es sólo cuestión de tiempo. Salir de la Zona de Confort no significará otra cosa que hacer o expresar algo nuevo que antes nunca hicimos: experimentar, tener curiosidad, probar diferentes caminos, visitar lugares nuevos, hablar con personas distintas o simplemente cambiar el orden o el modo de ejecución de nuestras tareas habituales. Estos pequeños retos poco a poco nos ayudarán a aceptar los cambios, lo nuevo, y con el tiempo nos haremos menos resistentes a la novedad, dando paso a encontrar la comodidad en esas nuevas zonas. Si por el contrario decidimos continuar sin salir nunca de ese “territorio conocido” lo que ocurrirá es que seguirán sucediéndonos exactamente las mismas cosas que nos seguían ocurriendo: el mismo camino simplemente lleva al mismo destino.

Expandir esa Zona de Confort podría no parecernos una tarea sencilla ya que en algunos momentos nos falta motivación, no planteamos con claridad nuestros sueños, deseos e ilusiones, no nos creemos ni capaces ni merecedores de conseguirlos y caemos en un gran conformismo. Vivimos nuestra vida tomando decisiones irracionalmente y casi sin darnos cuenta, sin ser conscientes de que vivir de ese modo nos afecta y nos perjudica considerablemente. La expansión de nuestra Zona de Confort, nos hará vivir la vida que siempre hemos soñado vivir.

Cuando la mayoría de nosotros nos enfrentamos a situaciones complicadas o a problemas que parecen irresolubles, solemos lamentarnos, pasarlos por alto y evitarlos, insistiendo en mantenernos dentro de la Zona de Confort y de ese modo auto-convencernos de que la preocupación disminuye. Esta actitud no sólo supone que el problema no desaparezca, evitando actuar de cara a su solución, sino que nos lleva a tapar nuestras emociones para convencernos de que como no hay nada que hacer, es absurdo preocuparse. Esto nos genera, entre otras, dos consecuencias importantes: la situación no mejora y, además, nos sentimos frustrados por pura resignación a nuestro destino. Aunque a nivel consciente queramos convencernos de que todo va bien, que en el fondo no nos importa, estamos generando importantes conflictos en nuestro subconsciente, conflictos que lejos de quedar enterrados en lo más recóndito de nuestra mente se mantienen a flor de piel y cualquier situación que nos someta a presión hará que se manifiesten de una forma poco sana para nosotros mismos y nuestro entorno en forma de depresión, ataques de ira, mal humor y diferentes trastornos como ansiedad, afecciones psicosomáticas, etc..

Lo importante es recordar que nada en este universo es estático, y si uno no mejora, es decir, no avanza, entonces va en sentido contrario. No renuncies a tu iniciativa y gobierna tu vida. Si tú no tomas tus propias decisiones, otros las tomarán por ti. Y recuerda:

“Fuera de la Zona de Confort es donde la magia sucede”.

Y Tú….

¿Crees que ha llegado la hora de comenzar a expandir tu zona de confort?

Cuéntanos cual sería el primer paso que se te ocurre para hacerla más amplia.

Nos encantará conocer tus ideas.

 

Suscríbete a nuestro blog y, además de recibir las actualizaciones del blog, recibirás de forma gratuita nuestro E-book :
“Identifico mi esencia: Un viaje para conocerme mejor”

suscribete

¡Te esperamos!