¿Te has dado cuenta de que nos pasamos mucha parte de nuestra vida sintiéndonos ofendidos por algo que alguien nos hizo?
¿Pensaste sobre la pérdida de energía y gasto de tiempo que eso supone?
Te voy a hacer una revelación que seguramente va a cambiar tu vida:
Nadie te ha ofendido, han sido tus expectativas, lo que esperabas que ocurriera, lo que en realidad te ha herido.
Las expectativas son algo que esperas, por tanto no son reales sino imaginadas y las creas tú mismo con tus propios pensamientos. Si esperabas de alguien una palabra, una atención, un favor y no te lo hizo, no tienes por qué sentirte ofendido; en realidad no te falló esa persona sino que han sido tus expectativas de lo que una amiga ideal, en un mundo ideal y en una relación ideal debió hacer contigo las que fallaron. Lo que te lastima son tus propias ideas sobre como tienen que ser las cosas, desde tus propios parámetros.
Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal o cual forma y no lo hizo…Tu pareja no te ha hecho nada. Lo que te hiere es la diferencia entre lo que esperabas y cómo realmente actuó. Nuevamente, volvemos a las expectativas.
El hábito de sentirte ofendida por lo que “te” hacen otros (y entrecomillo el “te” porque en realidad nadie “te” hace nada) desaparecerá cuando te pares a considerar el origen de esa tremenda ofensa.
Nacemos auténticos en nuestra inocencia y a medida que crecemos,que nos relacionamos, que aprendemos, esa esencia queda marcada por conceptos o principios, y cómo no expectativas. Toda esa información crea unas expectativas y nos pasamos la vida midiendo, rigiendo y esperando en base a ellas.
Seguro que has oído hablar, o incluso has utilizado, la expresión “falsas expectativas”. ¿Por qué son falsas? ¿Porque no son como pensábamos que tenían que ser? ¿Porque no salieron como yo pensaba? Y…. ¿Eso les hace falsas?
¿NO será más bien falso esperar que las cosas sean como yo quiero que sean, que los demás actúen como yo quiero que lo hagan?
Para justificar una expectativa o una ofensa todos recurrimos a la expresión: “Yo en su caso hubiera….” ; si, claro, Tú, pero Tú eres Tú, con tus propias vivencias, creencias, principios, ideas… todos esos elementos que te hacen único e irrepetible. El otro es él mismo con sus propias circunstancias.
¿Donde dejamos espacio para el respeto? De la misma forma que no te gustaría que nadie dictara cómo tienes Tú que actuar, cuando te sientes ofendido vulneras el derecho del de enfrente a ser como es, ya que esperabas de él otra cosa a la que has obtenido.
Ahora bien, eso no significa que “tengo que tragar por todo”. El otro tiene todo el derecho del mundo de actuar como ha actuado (hablamos de derecho), de la misma forma que yo tengo el derecho de que no me haya satisfecho que haya actuado así. Si te das cuenta cuando hablamos de sentirnos ofendidos apelamos a “nuestros derechos” y tendemos a ponerlos por encima de los derechos de los demás.
El otro tiene todo el derecho de actuar como ha actuado,aunque desde tu propio punto de vista no tenga razones para ello. Desde esta perspectiva mi interlocutor tiene derecho a enfadarse aunque yo no le haya dado motivos. Sus propios motivos, que en el fondo desconocemos, tendrá, lo único que son distintos a los míos.
Tolerancia y Respeto… esas son las claves de la convivencia, pero… ¿te has parado a pensar con quien convives 24h diarias 365 días al año? Contigo mismo y… ¿Eres tolerante contigo mismo y de verdad te respetas?.
Si no soy tolerante conmigo mismo, si soy mi juez más exigente y a veces mi peor enemigo… ¿Cómo puedo pretender llegar a ser tolerante con los demás?
Si no me respeto, si no defiendo mis ideas y hago que se respeten mis limites.. ¿Cómo puedo respetar a los demás?
“La caridad bien entendida empieza por uno mismo”… en realidad todo empieza por uno mismo. Con esto no me pongo en primer lugar, ni encima o delante de nadie, ya que uso el verbo “empezar”.
No siempre es fácil que no nos afecte aunque sea cosa nuestra, pero voy a intentar poner en práctica este otro punto de vista. Un saludo.
Te animo a que lo hagas, Elena, verás como todo a tu alrededor da un giro.
¡Hola, guapa!
Excelente reflexión. Nosotros elegimos si sentirnos ofendidos o no y el grado de ofensa. No suelo ofenderme con facilidad o tomarme las cosas a pecho porque trato de empatizar con la otra persona y entender porque ha hecho lo que ha hecho aunque yo no lo entienda. A veces lastimamos a los demás sin darnos cuenta o una cosa sin importancia nos lastima. Yo entonces suelo analizar porque me desagrada y doy con el quid de la cuestión que suele estar relacionado con mis expectativas o las del otro. En definitiva hay que tratar de ser tolerante con los demás y con uno mismo que es lo que más nos cuesta. Un abrazo.
Efectivamente…. tolerancia es la clave. Tolerancia y empatía, así como seguridad en nuestras propias decisiones.
Muchisimas gracias por tu reflexión, te espero en el proximo artículo
A veces hay que ponerse en los zapatos del otro para saber también porque a actuado así, muchas veces nos podemos ofender por algo con alguien, cuando en realidad esa persona no lo hizo buscando esa reacción nuestra 🙂
Ponerse en los zapatos del otro… eso es exactamente la empatí. Algo que hoy en día….no es muy frecuente encontrar.
Gracias por tu aportación, Ciara
¡Hola! Me siento identificada con lo que señalas. Hace años aprendí que uno mismo es el que se crea esa maraña mental con expectativas que no solo son a veces solo falsas sino injustas porque esperamos de los otros mucho más de lo que ellos están en capacidad de dar en ese momento. He trabajado en esta área de mi vida y si quiero algo lo digo de forma impecable. Igual si no se da al menos estoy clara que fue porque la otra parte no quiso, o porque las circunstancias no se dieron pero no por esperar que la otra parte adivine y le atine a lo que quiero. Me encanta lo que señalas sobre los derechos. No lo había visto de esta manera. Muchas gracias.
Me alegra, Dalmara, que te haya gustado este artículo y que te haya aportado un nuevo punto de vista. ¡Es increible la facilidad con la que nos montamos guiones e historias en la cabeza! y reaccionar así no es justo ni para el interlocutor ni para uno mismo.
Gracias por tu aportación y espero encontrarte en el próximo artículo
Interesante reflexión. Es verdad que muy a menudo nos sentimos ofendidos por cosas que si mirásemos desde otra perspectiva, veríamos que no son «culpa» del otro. También es cierto que solemos ponernos por encima de los demás, como si todo girase en torno a nosotros, y a menudo es importante intentar ponerse en la piel del otro y respetar que todos somos diferentes y por ello actuamos de forma diferente.
Estamos expuestos a 2 tipos de peligros: creernos el centro del universo o convertir al otro en el centro del nuestro, otorgandole el poder de hacernos daño por una interpretacion que solo es nuestra y que solo está en nuestra cabeza.
REspeto, empatía y derecho a equivocarse: esas son las claves de la comunicación
Gracias por tu comentario
Magnífico post, como siempre. Cuando uno entiende que existen diferentes realidades, que cada uno tiene su punto de vista, que no podemos esperar del otro aquello no sabe que debe darte, cuando dejamos de exigir que actúen como nosotros queremos llega más calma, más respeto y menos rencor. Me ha encantado que también hables sobre el trato a uno mismo, puesto que también dependerá mucho de esto nuestras ofensas. Hasta la próxima lectura.
Como muy bien apuntas, Aida, «no podemos esperar del otro», porque nuestras expectativas son eso: NUESTRAS y es muy dificil que alguien las cumpla….
Te agradezco tus palabras y me alegra leerte en comentarios, siempre tan acertados. Un placer y nos «vemos»
Gracias por tu post, me ha parecido muy pero muy interesante y revelador. Seguramente, poder entender y respetar nuestras diferencias, hace que veamos nuestra forma de relacionarnos con los demás con otros ojos. Una en la que, quizás, sepamos gestionar mejor nuestras expectativas.
Cierto, Ana, todos somos distintos y en esa diferencia está la riqueza. Muchas veces es precisamente esa diferencia la que nos molesta, incomoda o, simplemente: OFENDE
Gracias por tu aportación