«El aleteo de las alas de una mariposa se
puede sentir del otro lado del mundo»
La teoría de Efecto Mariposa nos enseña que un pequeño cambio, similar al simple e imperceptible aleteo de una mariposa, puede producir grandes cambios en un todo.
Aplicado a nuestra vida cotidiana, pequeñas variaciones en nuestros hábitos o costumbres pueden ocasionar un gran cambio, grandes transformaciones en nuestro estilo de vida.
Uno de los problemas con los que nos enfrentamos frecuentemente es la necesidad o la intención de hacer un cambio en algún hábito o aspecto de nuestras vidas, cambio que a simple vista nos parece enorme y difícil de conseguir. Esta forma de pensar provoca que el mero hecho de imaginar todas las acciones que tenemos que llevar a cabo para lograrlo nos haga abandonar o aplazarlo indefinidamente.
Recurramos al ejemplo clásico de dejar de fumar. Durante un tiempo más o menos largo nos hemos ido “abandonando” y hemos hecho del fumar un hábito del que no podemos prescindir, pero llega el momento de plantearse seriamente que es el momento de recuperar la salud y abandonar esa adicción. Vamos dando largas a llevar a cabo ese cambio porque nos parece que va a requerir muchísimo esfuerzo, fuerza de voluntad, hambre, ansiedad, apoyo externo, etc.
Si aplicamos el Efecto Mariposa en el cambio de hábitos, vemos cómo las cosas no son tan difíciles como suponíamos. Como partimos de la idea de que un pequeño cambio puede dar lugar a grandes resultados, la clave está en hacer un pequeño análisis del objetivo que queremos conseguir, en nuestro ejemplo dejar de fumar, y desmenuzarlo en pequeñas tareas, sub-objetivos o acciones mucho más fáciles de abordar.
Consiste en conseguir introducir paulatinamente pequeños cambios que vayan a producir grandes resultados, simplificando todo lo posible el objetivo y descomponiéndolo en otros mucho más pequeños y fáciles de abordar e ir introduciendo poco a poco cada cambio en nuestras rutinas. Cada pequeño cambio, una vez consolidado va a tener un alto impacto en nuestro estilo de vida y si los introducimos paulatinamente, el cambio global será mayor. Esto entra en consonancia con la conocida Ley de Pareto, que nos dice que el 80% de los resultados se consiguen con el 20% de nuestras acciones. Por eso, si conseguimos cambiar un 20% de nuestros hábitos, habremos alcanzado el 80% de los resultados.
El principio del Efecto Mariposa es aplicable a los hábitos, a la mejora del Medio Ambiente, a una situación laboral o sentimental, al aprendizaje de cualquier materia, al desarrollo personal, etc. El quid de la cuestión radica en comenzar siempre introduciendo pequeños cambios; la suma de esos pequeños cambios será la que consiga los grandes objetivos. Como resumen: cuando queramos abordar un gran propósito debemos Analizar-Simplificar-Variar con pequeños pero efectivos cambios.
Hacia 1960, el meteorólogo Edward Lorenz dedicado a estudiar el comportamiento de la atmósfera, descubrió un modelo matemático que permitiría realizar predicciones climatológicas, el cual se conoce hoy en día como modelo de Lorenz. Este científico recibió una gran sorpresa cuando observó que cualquier pequeña perturbación o error en las condiciones iniciales del sistema puede tener una gran influencia sobre el resultado final. Lorenz intentó explicar esta idea mediante un ejemplo hipotético: sugirió que imaginásemos a un meteorólogo que hubiera conseguido realizar una predicción muy exacta del comportamiento de la atmósfera mediante cálculos muy precisos y a partir de datos muy exactos. Podría encontrarse una predicción totalmente errónea por no haber tenido en cuenta el aleteo de una mariposa en el otro lado del planeta. Ese simple aleteo podría introducir perturbaciones en el sistema que llevaran a la predicción de una tormenta.
De aquí surgió el nombre de Efecto Mariposa que, desde entonces, ha dado lugar a innumerables variantes, recreaciones e interpretaciones. Una de ellas es, para muchos, un enfoque filosófico basado en la idea antes expuesta de que un pequeño cambio puede generar en consecuencia un cambio trascendente, aplicable a muchos campos de la vida. Otra interpretación corresponde a la idea de que: cambios minúsculos conducen a resultados totalmente divergentes.
Varias de las interpretaciones de este fenómeno aparecen reflejadas en el cine en títulos como El Efecto Mariposa (2004) en la que su protagonista, el actor Ashton Kutcher, viaja varias veces atrás en el tiempo intentando mejorar su presente pero se da cuenta de que cada cambio tiene más consecuencias de las que creyó inicialmente, provocando resultados catastróficos. También en el argumento de Babel (2007) las historias de distintas personas viviendo en extremos opuestos del mundo se ven afectadas entre sí.
Koffi Annan, secretario general de la ONU en 2006, hizo referencia al fenómeno del Efecto Mariposa en el discurso que pronuncio al recibir el premio Nobel de la Paz:
“El segundo argumento de esperanza reside en el así llamado Efecto Mariposa. Él es una derivación de la física cuántica que nos enseña que todo tiene que ver con todo y somos todos inter-retro-dependientes. Por eso cada individuo es un eslabón de la inmensa corriente de energía y de vida y cuenta mucho.
El Efecto Mariposa representa una concreción de este principio. Fue identificado en 1960 por los que hacen previsiones meteorológicas. En ese campo como en otros funcionan sistemas caóticos, quiere decir, sistemas en los cuales domina la imprevisibilidad. Como un todo, tales sistemas también están sometidos a leyes matemáticas factibles de descripción; mas su comportamiento concreto no puede ser previsto.
Pequeñas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios. Entonces se dice: “Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York”. O como en un estadio de fútbol: basta que algunos comiencen a hacer la ola y, de repente, todo el estadio ese contagia y surge una inconmensurable ola.
Es el Efecto Mariposa: un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones”.
Este post me ha recordado un reto que se planteó en uno de los grupos al que pertenecemos, conseguir un objetivo al mes, a través de objetivos SMART. Y la verdad es que funciona, con un pequeño cambio, mantenido en el tiempo, y añadiendo pequeños cambios se consiguen grandes objetivos.
Gracias por recordármelo.
¡Es cierto, Cármen!
La filosofía es la misma: un objetivo para que te animes a alcanzarlo has de plantearlo de modo que sea alcanzable, y esto es lo que propongo en este post: pasito a pasito todo llega.
Gracias a ti por tu comentario y por experimentarlo.
Efectivamente, todo cambio por pequeño que sea propiciará un efecto a tu alrededor. Y a mi me gusta pensar que si los cambios son positivos, tendrán efectos positivos también. Excelente artículo, que comparto en mi twitter. Un abrazo Paloma.
Muchas gracias Cármen por tu comentario y por compartirlo; me alegra comprobar que te ha resultado interesante.
Al final, tal y como planteas, somos artífices de nuestra realidad, con nuestras elecciones «elegimos» como va a ir todo a nuestro alrededor. ¿Aplicamos cambios positivos? lo que obtenemos es positivo. ¿Que lo hacemos en negativo?… pues eso tendremos.
La vida, en realidad, es un ejercicio de responsabilidad.
Buenos días Paloma,
Felicidades por el post. Explicar teorías para argumentar que pasito a pasito podemos lograr grandes cambios me parece fascinante. Dividir la meta final en pequeños objetivos es la clave para conseguir llegar al final, poder celebrar los pequeños logros y mantener la motivación.Una reflexión que siempre hago, es advertir que nosotros no somos saltadores de pértiga, no podemos pretender llegar al final haciendo un gran salto, requerimos de pequeños avances. Añadiría también que estos pequeños objetivos deben formularse en positivo, puede parecer obvio, pero me encuentro con muchísimas personas que quieren empezar a cambiar una cosa y el primer mensaje que mandan a su cerebro es «no quiero….» y para empezar con buen pie debemos mandar el mensaje en positivo.
Encantada de haberme encontrado con tu web. Te seguiré leyendo.
Aida
Gracias Aida por tus palabras.
Me ha encantado el concepto de «saltador de pértiga», es de lo más gráfico. Lo tomo prestado, con tu permiso.
En verdad es curioso los mensajes que sin darnos cuenta mandamos a nuestro cerebro. «no quiero…», «no puedo..», «pero….» con toda esa mochila es tan dificil saltar.
«Saltar con pértiga» no puedo, pero dar un pequeño brinco, SI.
¡Brinquemos! nadie pide más, nada más de lo que seamos capaces.
Si miedo, sin dudas, sin culpa… empecemos por un brinquito.
Te espero, Aida, en el próximo post. Un abrazo
Si estoy de acuerdo que no debemos tirar la toalla pronto, debemos ser conscientes de que los cambios por muy pequeños que sean a la larga harán una montaña incapaz de franquear. Todo nos conducirá no a relajarnos sino a expectativas mucho más alentadoras y satisfactorias. Lo bueno es estar en el momento y lugar adecuados para estar bien con uno mismo. Cambios y cambios llegarán o estarán por venir
Muchas gracias Carlos por tu aportación.
Efectivamente, si una meta la descomponemos en pequeños hitos, alcanzables y cercanos, por un lado se nos hará más fácil alcanzar esa meta, nos dará menos vértigo y disfrutaremos del camino.
Un proverbio japones dice: «Senri no michi mo, ippo kara desu»: un camino de mil pasos empieza por el primero.