El término Resiliencia, del latín resilire: rebotar, proviene del campo de la física para indicar la capacidad de un material para recobrar su forma original tras ser sometido a altas presiones. La psicología lo aplica considerando que una persona es resiliente cuando logra superar presiones y dificultades que en su lugar otra persona no podría hacer.

Significa rebotar de las experiencias difíciles, y se refiere, no a aquel invulnerable al stress, sino a quien es capaz de hacer frente y sobreponerse a las dificultades de la vida. Cuando un individuo que le toca pasar por la muerte de un ser querido, un accidente, una situación de abuso, un desastre natural, etc.… consigue hacerlo sin ningún tipo de contratiempo, y más aun, sale fortalecido, más maduro y fuerte de lo que era antes, entonces, se dirá que esa persona tiene entereza, otra forma de definir la resiliencia.

Los Doctores Godoy-Izquierdo y Godoy sostienen que «el individuo con personalidad resiliente ve las situaciones potencialmente estresantes como interesantes y con significado personal (compromiso), como modificables y bajo su control (control), algo normal en la vida y una oportunidad de cambio y crecimiento (desafío), en vez de amenazantes, destructivas, negativas, incontrolables, etc., »

La resiliencia no es una postura que se decide adoptar, o un rasgo que las personas tienen o no tienen, si no que supone conductas, actos y pensamientos que cualquiera puede aprender y desarrollar. Las personas no reaccionan de la misma forma a los mismos eventos de vida traumáticos y estresantes ya que no todos cuentan con el nivel de resiliencia suficiente. ¿Qué hace que ciertas personas resistan y perseveren mientras otros caen en la depresión y el desánimo?

Se cree que el origen de la resiliencia está estrechamente vinculado a la autoestima, por lo cual, los especialistas en el tema creen que si desde pequeños desarrollamos la autoestima es casi seguro que se convertirá en resiliencia cuando algún evento la haga entrar a trabajar. Indudablemente un niño que cuenta con una alta autoestima desarrollada gracias al amor y atención de sus padres, cuando en el futuro se le presente algún inconveniente u obstáculo la resiliencia estará allí para ayudarlo. Cuestiones como la familia, la educación y el contexto social resultan determinantes a la hora de favorecer o no el desarrollo de esta capacidad.

El Dr. Luis Rojas Marcos, en su libro Superar la adversidad, analiza ciertos mecanismos que podemos utilizar para protegernos ante las desgracias

  • El primer paso hacia la solución de un trauma es hablar y compartirlo
  • La capacidad para reírse de uno mismo es síntoma de superación, autoestima y, por tanto, de resiliencia.
  • Una actitud decidida de pasar página y liberarse de un pasado doloroso.

Del mismo modo que existen mecanismos para superar la adversidad, también hay actitudes que favorecen que nos quedemos anclados en la desgracia:

  • El miedo por el miedo, que paraliza y boicotea cualquier acción encaminada a resolver los problemas.
  • Los estados depresivos, que minan la autoestima y nos llevan a callejones sin salida.
  • El rol de víctima, que desgasta al interesado y a cuantos le rodean, anulando cualquier posibilidad de superación.

 

Paloma Hornos

 

Artículo publicado en el diario LA NOTICIA IMPARCIAL el 4 de Noviembre de 2012