Todos hemos oído hablar del término “coeficiente intelectual“ (CI) cuando nos referimos a la medida de la inteligencia de una persona. El CI nos da una pista sobre sus capacidades intelectuales, su desempeño académico, sin embargo, el CI es sólo la medida de una parte de nuestras capacidades, concretamente las intelectuales. Existe otro tipo de inteligencia: la inteligencia emocional, que en realidad es algo tan simple como la capacidad que tenemos de comprender y gestionar nuestras propias emociones.

De la misma forma que tener un CI alto hace suponer que la persona llegará a obtener exito en el ámbito académico, un coeficiente emocional (CE) alto puede predecir su éxito en el ámbito tanto social como emocional. La inteligencia emocional nos ayuda a construir relaciones sólidas, a tomar buenas decisiones y a hacer frentede forma eficaz cualquier situacion difícil.

Algunas personas nacen con una gran Inteligencia Emocional, mientras que otros han de trabajar a lo largo de su vida para desarrollarla y fortalecerla. Se estima que tan solo un 15% de las personas cuentan con una elevada inteligencia emocional, pero a diferencia del coeficiente intelectual, que no puede ser variado ni cultivado, cualquiera puede mejorar su inteligencia emocional.

La inteligencia emocional…  ¿Qué es en realidad?

Es una combinación de varias habilidades diferentes, entre ellas, las más importantes son:

Ser consciente de las propias emociones
Todos sentimos muchas emociones diferentes a lo largo del día que, como por ejemplo la sorpresa, duran tan sólo unos segundos u otras que pueden perdurar algo más, como la felicidad o la tristeza, generando en nosotros un cierto estado de ánimo, . La más básica de todas las capacidades asociada a la Inteligencia Emocional es la de darse cuenta de que estamos sintiendo una emoción, y saber identificar de  cual se trata.

Entender lo que sienten los demás y por qué
Ser capaz de imaginar cómo se siente el otro en una determinada situación, ponerse en sus zapatos, es lo que se conoce como empatía.   Empatía es la habilidad o el rasgo que nos ayuda a preocuparnos por los demás, a sentir con el otro,  a construir relaciones sólidas.

Gestión de nueestras reacciones emocionales
Todos nos enfadamos, todos sentimos decepción o injusticia o mil y una emociones distintas en un momento dado y la mejor forma de dejar de sentir esas emociones es, simple y llánamente, expresándolas. Gestionar las emociones significa saber cuándo, dónde y cómo darles salida de una forma sana tanto para uno mismo como para los que nos rodean.

Elegir tu estado de ánimo
Los estados de ánimo, es decir, los estados emocionales, aparecen cuando una emoción se prolonga en el tiempo.

La buena noticia que te traigo hoy es que, aunque parezca lo contrario, siempre podemos decidir el estado de ánimo en el que queremos estar.  Elegir el estado de ánimo correcto nos puede ayudar a motivarnos, a concentrarnos, o a volver a intentar algo en lugar de darnos por vencidos o tirar la toalla.

 Alguien con baja inteligencia emocional es fácil que se deje llevar por sus impulsos, que sus emociones lo dominen, mientras que aquél con elevada inteligencia emocional, sin llegar a ser ni frívolo ni calculador, contará con una perspectiva mucho más racional e inteligente, por tanto será difícil que sus emociones puedan desestabilizarlo.

Cada vez que recuerdes una situación y caigas en la cuenta de que en aquel momento concreto reaccionaste por instinto o “secuestrado” por tus emociones, pregúntate: “¿De qué manera puedo mejorar esto  para que la próxima vez el resultado sea distinto?”.

¿Podrias ponernos un ejemplo de una situación en la que te hayas sentido así, secuestrado por una emoción?

¿Cómo crees que andas de Inteligencia Emocional?

Cuéntanoslo, nos encantará leerte…